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Mostrando entradas de mayo, 2022

El camino Atlántico

Nuestro peregrinaje comenzó en la isla de San Miguel, antaño islote de las Azores, antaño región de Portugal, antaño país parte de un planeta azul lleno de vida. Pero, en el año de nuestro señor de 2135, de lo azul ya sólo queda un cielo libre de nubes, esclavo de un infierno que evaporó por completo hasta la última gota de los océanos. El relieve oceánico era ahora nuestr o hogar. Partimos de la antigua playa de Fabenza, parada obligatoria para todas las caravanas de esclavos centroeuropeos, y encaramos la ruta d el camino del Atlántico. D os mil kilómetros estériles de roca, arena, y muerte . La primera jornada discurrió con normalidad. El desnivel era asequible y la única incomodidad radicaba en esquivar a los rodamundos, enormes bolas rodantes de microplásticos. Era mes bisiesto así que pudimos aprovechar las 29 horas de luz diurna . En un buen arreón llegamos al primer alto del camino: el Queen Britannia, v arado entre dos riscos del lecho marino desde hacía más

Calamocha '83

 Caminos de Santiago hay cuarenta y cuatro y, según su punto de partida, el número se multiplica de forma exponencial hasta alcanzar una cantidad similar a la de canicas que Rogelio Torelló me llevaba ganado desde párvulos: una burrada, vamos. La mayoría de nosotros conoce a gente que asegura haberlo hecho (el camino, no ganarme a las canicas). Pero, salvo que pertenezcas a mi familia, seguramente ignoras que el verdadero camino de Santiago lo hice yo, Santiago Fernández Latores, en el verano del 83. En Calamocha, noroeste de Teruel. Aquel verano fue convulso. Tras siete años y once meses de convivencia pacífica, mis padres comenzaron a actuar de forma extraña. Al principio fueron sutiles variaciones de comportamiento, imperceptibles al ojo inexperto, para poco a poco convertirse en una inestable caja de sorpresas. El "puedes quedarte despierto un poco más" y el "es que me lo comería con patatas" se alternaban con airados: "¡haz la cama, que ya no eres un bebé!